domingo, 11 de octubre de 2009

Huevos Fritos

Abrazaba el alto cuerpo de Rafael. La tensión sexual se notaba más que nunca.
Estábamos en algún lugar... ¿De compras?
Me manchaba una polera de manga larga (cuales nunca uso). Íbamos al baño local.
Estábamos en un lugar pobre, o una época extraña.
O en otro planeta.
El baño era asqueroso, y el lavamanos estaba tan lleno de sarro, que me lavaba con el agua de la ducha.
Quedaba empapada, Rafael entraba y me envolvía con algo. Una frazada, quizás.
Hacía frío, entonces pasaba su brazo por sobre mi hombro.
Su calor me provocaba una sensación satisfactoria, y me hacía feliz. Quería acariciar su rostro, tomar su mano.
Él se detenía y me abrazaba.
Nos queríamos.
Fuimos a la casa. Era una casa de madera, con un patio lleno de árboles secos y malezas de verde oscuro.
La puerta estaba abierta, y se escuchó un grito.
Entramos. Una mujer gritaba mirando un lado de la habitación. Un hombre se dirigía al lado hacia donde la mujer apuntaba.
Vi tres huevos fritos en el suelo. Tenían la yema reventada sobre ellos, sólo la clara estaba intacta sobre el piso. Miré a la mujer, para comprobar que era eso lo que le hacía gritar.
Sí, era eso.
Rafael apretó mi mano, pero me solté, avanzando hacia el hombre.
El hombre pisó una clara, esparciendo la yema reventada que estaba sobre ella.
Grité. El hombre se detuvo.
Corrí hacia él y lo empujé para apartarlo de los huevos fritos.
Me arrodillé ante los tres huevos y me fijé en el que el hombre había pisado.
-Estás bien? -Pregunté.
El huevo de la izquierda era el pisado. El huevo del medio habló:
-No sentimos dolor cuando pasa. Podrá volver a estar bien en unos días.
-Y sus yemas? Sus yemas también se pondrán bien?
-Yemas? No son parte de nosotros, sólo los usamos por estética. Como el maquillaje, para vernos bien. -Dijo el huevo pisado, de la izquierda.
-Oh, entiendo.
-Los humanos siempre nos confunden con huevos terrícolas. -Dijo el de la derecha.
-No nos harán daño? -Preguntó la mujer que antes gritaba.
-Por supuesto que no, sólo entramos por el frío. -Respondió el del medio.
-Angie, vamos, estarán bien. Mañana les daremos comida.
-No, él los volverá a atacar. Tengo que protegerlos.
Puse los huevos en platos y los llevé a mi pieza.
-Dormiré contigo. No confío en esos huevos.
Los huevos hablaron toda la noche. Pero me quedé dormida. Rafael estaba enojado, pero se durmió abrazándome toda la noche.
En la mañana la mujer había dejado tres cucharas con jugo de limón cerca de los platos de los huevos.
Puse el jugo de limón sobre el huevo pisado, cuidadosamente.
Esperé. Nada sucedió.
-Estás bien?
-Sí, el limón es mi favorito.
-Ya apenas tienen yema... -Comenté mientras le ponía jugo de limón a los otros dos huevos.
-Se absorbe tan rápidamente en la piel...-comentó el huevo pisado.
Rafael me alcanzó un vaso con yema.
Les puse la yema a los huevos fritos, para que se vieran bien.
Sí, ya saben como son los huevos fritos, siempre pensando en la estética, en ser el huevo frito más guapo.





PD: Es estúpido porque fue un sueño
PD2: por supuesto, el Rafael mencionado no es mi ex, es otro.